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Desde la proclamación
de Juan Guiadó como presidente interino la tensión se ha elevado, se implementó
el bloqueo económico y diplomático, se especula y amenaza con la intervención
militar para lograr el derrocamiento del gobierno facto, así mismo el régimen
de Maduro intimida con acciones para lograr mantenerse en el poder.
Justificamos todas
los acciones políticas, militares y económicas que se ejerzan contra Venezuela
escudándonos en la ayuda humanitaria que debemos brindar al pueblo hermano que
la requiere, pero no somos conscientes que se pretende brindar esta ayuda con
fines políticos, olvidándonos del sufrimiento de centenares de venezolanos que
de tiempo atrás lo padecen, pero como estado no ayudábamos porque era
contribuir con gobierno Maduro.
Esta dualidad nos
plantea que los gobiernos que buscan brindar esta asistencia no les importa el
pueblo, les tiene sin cuidado la gente, lo que realmente les interesa es causar
un impacto en la opinión que beneficie sus intereses y lograr el derrocamiento
del tirano de Maduro.
El gobierno Trump hoy
vuelve sus ojos de preocupación a la gran crisis migratoria venezolana, por
ello deciden tomar acciones que garanticen deponer el régimen de Maduro, para
garantizar el retorno de los hermanos venezolanos a su país, pero
inexplicablemente hace caso omiso a la creciente caravana de inmigrantes que
pretenden llegar a Norteamérica, los cuales son amenazadas, encarcelados y
separados de sus hijos, lo que implica que el intereses del presidente
norteamericano no es humanitario, ni para salvaguardar los intereses de los
emigrantes, sino los intereses de su nación.
A través de los
medios hemos visto las diversas manifestaciones, hemos constado la crisis
social, política y financiera que padece el hermano país, evidenciado la
polarización reinante entre los venezolanos, de la misma manera el
aprovechamiento mediático de la televisión para adoctrinarnos y enfocarnos en
la “hecatombe” venezolana, olvidándonos de nuestra propia problemática y
corrupción que carcome el país.
Hemos
padecido un letargo inducido para que olvidemos la difícil situación de
nuestros niños en la Guajira, Choco o Cauca quienes mueren por desnutrición y
nos centremos en los padecimientos de los infantes venezolanos, nos han
dibujado la cruda realidad que padecen los pacientes enfermos venezolanos por
la falta de medicamentos y atención médica, dejando de lado la crisis de salud
que padecemos los colombianos por culpa del pésimo sistema de salud y la corrupción
reinante en las EPS o peor aún nos hemos solidarizado con la persecución y
encarcelamiento de la oposición, pero guardamos silencio con la muerte
sistemática de nuestros líderes sociales.
Venezuela
requiere ayuda, demanda de la mano amiga de todas las naciones, pero un apoyo
sincero, transparente y real, no una asistencia condicionada, con fines
políticos y en busca de sacar provecho de la misma, el régimen de Maduro debe
asumir una decisión histórica y acorde a la situación actual e insostenibilidad
de su gobierno, debe dar un paso al costado y dejar que los venezolanos de
manera libre, transparente, justa y democrática elijan su gobernante, quien
estará llamado a conseguir la unión de su gente, para que así pueda reconstruir
el país y salir de esta nefasta crisis.
Ahora no pretendamos ser los superhéroes,
convertirnos en los Bolívar o Santander, pretendiendo solucionar la compleja
problemática que vive Venezuela, sino somos capaz de dar solución a la nuestra,
porque mientras pretendamos el renacer de la hermana república, podemos estar
condenando a nuestro país al deterioro, profundización de nuestras necesidades
y convertirnos en poco tiempo en otra Venezuela.
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