Foto: CM& |
A través de los
años la afirmación “Colombia posee la
democracia más antigua de América Latina” la hemos manifestado con orgullo,
confianza y vehemencia, pero más sin embargo de esta aseveración, somos
consciente que somos una democracia defectuosa, donde poseemos una cultura
política subdesarrollada y bajos niveles de participación política.
Así mismo en el
país el sistema electoral constantemente se ve atacado por personas
inescrupulosas que pretenden manipular la decisión popular con tácticas
criminales tipificadas por la ley penal como lo son los delitos electorales.
En la historia
política de la nación escándalos como el proceso 8.000 han sacudido a la
opinión pública al conocerse la financiación del narcotráfico a una campaña
presidencial, pero a pesar de la gravedad de los hechos, donde convirtieron a
Colombia en un “narco-estado” no hubo repercusiones penales, ni políticas para
el presidente, quien a pesar de las circunstancias termino su periodo
presidencial.
El senador Gustavo
Petro en un trino lo denunció y tiempo después el exsenador Roberto Gerleìn confirma la
teoría, manifestando que en la costa se viene “cristalizando una conciencia donde el elector debe ser prohijado con
una dadiva económica” más sin embargo de la gravedad de las afirmaciones
todo quedo allí en una agitación.
Bajo el nombre de
la Operación Casa Blanca se desenmascaro una empresa criminal dedicada como
expreso el fiscal de la época al “nauseabundo
comercio de votos” donde una senadora fue implicada y condenada,
infortunadamente ante las pruebas halladas, la gravedad de los hechos y la
amenaza a la democracia, la estructura criminal detrás de esta empresa goza de
impunidad, puesto que todos sabemos que Aida Merlano no es la líder de esta
poderosa mafia, ahora con ocasión de su fuga y retención por el régimen Maduro,
sus “confesiones” son deslegitimadas e ignoradas por la justicia colombiana.
En los últimos días
unas interceptaciones al asesinado “ganadero” Ñeñe Hernández han despertado un
gran revuelo nacional, puesto revela una discusión con su interlocutor y se
plantea “la necesidad de que entren dineros najo la mesa y de conseguir dinero
para repartirlo”, así mismo menciona al presidente Duque y al senador Uribe, además
se conocieron fotos, trinos y demás pruebas que demostrarían una afinidad y
relación amistosa entre el Ñeñe, el presidente Duque y personajes cercanos a su
campaña, pero como es usual y ocurre en estos casos los implicados salieron a
desmeritar las acusaciones, negar cualquier vínculo con el personaje, con la
fortuna de la confirmación del primer caso del covid-19 en Colombia que desvía
la atención de las graves revelaciones.
Para nadie es un
secreto que en Colombia la compra de voto existe y se práctica en cada certamen
electoral, que los políticos olvidan la gestión en favor de sus comunidades,
por concentrase en conseguir grandes sumas de dineros que le representen votos,
de la misma manera el constituyente primario obvia las propuestas e ideales de
los candidatos por una suma de dinero que les permita solucionar su situación
por el día de las elecciones sin importar su futuro y el de su comunidad.
Es un problema
incrustado en la política nacional que debemos combatir todos, con pedagogía,
persecución penal, financiación estatal de campañas y voto a conciencia entre
otras, para de esta manera salvaguardar nuestro sistema democrático,
fortalecerlo y garantizar la elección de gobernantes transparentes, honestos,
con vocación de servicio, con la convicción y decisión de buscar el bien común
y general, no particular.
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