Llego el año 2015, año político, donde
los colombianos elegimos las autoridades regionales, los mandatarios que van a
regir los destinos de nuestros departamentos y municipios, por eso los
aspirantes alistan sus campañas para conseguir el fervor popular y ser electo
por su pueblo. Desde la implementación de la figura de la elección popular para
los gobernantes territoriales, nos hemos encontrado en un dilema, ¿cuáles son
los criterios y las cualidades que debemos tener en cuenta para elegirlos?
Muchos deseamos la renovación, un
mandatario honesto, transparente, con espíritu de servicio, vocación de trabajo
y gestión y sensibilidad social, que privilegie el interés general al personal,
que sea conocedor de las necesidades de su comunidad, de su realidad
financiera, administrativa y social, que proponga programa de gobierno viable,
con financiamiento responsable, sustentable en el tiempo y acorde con la
realidad de su pueblo. Así mismo hallamos que unos pocos anhelan la
satisfacción de sus necesidades personales, la politiquería, corrupción,
prácticas desleales (compra y trasteo de votos), candidatos demagogos, con
propuestas irrealizables.
En este escenario tan complejo, donde
nos cuesta tener unanimidad de conceptos en los criterios y cualidades del
futuro elegido, creo necesario dejar claro, que son estos conceptos los que
hacen posible la escogencia de un gobernante que cumpla sus funciones
constitucionales, legales, sociales y políticas que nos garantice una excelente
gestión y se convierta en el guía que maneje la hoja de ruta que marque el
progreso y bienestar de nuestros pueblos o por el contrario optemos por un
tirano que nos arrastre al atraso y la pobreza.
Es necesario decidir en forma consciente
qué persona vamos a elegir, ya que nuestro voto es decisivo para el futuro de
nuestros pueblos, votemos por ideas, propuestas serias y realizables, más no
por componendas, caudillos o partidos, debemos tener claro, que si un pueblo no
elige responsablemente a su gobernante su futuro es incierto y el mejoramiento
de las condiciones de vida de sus habitantes no será el mejor.
Este año el constituyente primario, a
través del voto, tiene el sagrado derecho de elegir un buen mandatario y de
contera la oportunidad de castigar a los politiqueros que engañan al pueblo
para saciar su sed de poder y llenar sus bolsillos, es la oportunidad de
oxigenar la política, realizar una verdadera renovación, cambiar las costumbres
electorales y garantizar un mejor futuro para las nuevas generaciones.
La decisión está en nuestras manos, cambiar la historia, entregar los
destinos de nuestras comunidades a personas con capacidad, ideas y propuestas
que nos garanticen el bienestar general, el progreso y desarrollo o seguir en
lo mismo. Despertamos ahora o seguimos otros cuatro años quejándonos por una
mala decisión.
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