La
cuenta regresiva se encuentra activada, el 25 de octubre ya se vislumbra, fecha
en que la fiesta democrática toma su mayor auge y los diferentes candidatos a
cargos uninominales y a las diferentes corporaciones aceitan su campaña con
publicidad, prebendas económicas, burocracias y promesas para lograr cautivar
el apoyo popular y poder ser elegidos en esta fiesta democrática.
En
su afán de conquistar el fervor popular muchas campañas olvidan lo primordial y
objetivo fundamental del voto programático, exponer o presentar su programa de
gobierno para que el constituyente primario lo conozca y tenga la posibilidad
de implementar el mecanismo de revocatoria de mandato por el incumplimiento de
sus propuestas.
Otros
se dedican a inyectar grandes sumas de dinero en la compra de conciencia, y
aprovechándose de la difícil situación que padece nuestra gente, prostituyen al
elector, logrando que venda su voto por una irrisoria suma de dinero, que solo
coadyuva a solucionar por unos días su precaria situación, pero que más tardes
le acarrea la falta de compromiso y decisión del gobernante de gestionar el
mejoramiento de sus condiciones de vida, toda vez que debe recuperar el dinero
invertido en campaña para acceder a su cargo.
También
existen candidatos que utilizan el rumor y chisme para sacar provecho de la
indecisión del electorado, es así como aplican la estrategia de desmontar a sus
adversarios y asegurar su adhesión a sus aspiraciones, para que el incauto
pueda acceder a beneficiarlo con su voto, pero como toda mentira, es
desvirtuada y su estrategia se convierte en su más temible castigo, porque la
gente al darse cuenta del engaño no lo respalda en las urnas.
Otro
grupo alardea de su condición humilde, de su vocación de servicio y carisma
para embaucar a la gente humilde, que por solidaridad decide acompañarlo y
depositarle su confianza con su voto, pero al ser elegido se convierte en el
elitista, ególatra que siempre fue, olvidándose de la gente más necesitada que
lo ayudo y necesita de su concurso para lograr un bienestar en su vida.
Por
eso el voto nos da un privilegio sagrado, de elegir a conciencia, de acuerdos a
las propuestas presentadas que sean realizables y sostenibles financieramente,
de esta forma garantizaremos la construcción de un mejor futuro, donde el
progreso, desarrollo y mejoramiento de las condiciones de vida de los
habitantes sea una realidad, porque si nos dejamos embaucar de los demagogos,
politiqueros y mercaderes de votos estaremos condenado al atraso y padecimiento
de las necesidades básicas insatisfechas.
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