jueves, 14 de enero de 2016

EL ESPEJO RETROVISOR

Con la llegada del año nuevo fueron muchos los que se alegraron por el cambio de las administraciones municipales, pues albergaban la esperanza de cambio y renovación en las alcaldías, caso contrario de otros que recibieron el 2016 con amargura y tristeza toda vez que después de haber disfrutado 4 años de las mieles del poder tenían que hacer entrega de sus cargos y posiciones.


A lo largo de nuestro departamento, encontramos que en las elecciones a mandatarios locales fueron pocos los aliados de los burgomaestres en ejercicios que contaron con el fervor popular, lo que demuestra el pedido del pueblo de la necesidad de nuevos aires en el manejo de la cosa pública para garantizar el progreso y desarrollo de los diferentes municipios del Cesar.

Este anhelo de cambio, esperanza y nuestra idiosincrasia política han permitido que en la inmensa mayoría de los municipios de nuestra geografía nacional muchos políticos postularan sus nombres como candidatos a las diferentes alcaldías sin realizar un análisis profundo y detallado de la situación financiera, administrativa y social del municipio, lo que no les permitió conocer de primera mano y de forma veraz las condiciones, de pobreza, necesidades básicas insatisfechas, la situación actual de la cobertura y la calidad de los servicios públicos esenciales.

De manera irresponsable presentaron al constituyente primario propuestas y estrategias en sus programas de gobiernos donde se comprometen a realizar obras para construir un mejor municipio y adelantar proyectos que conllevan a la satisfacción de las necesidades de sus habitantes, sin tener en cuenta, identificar  o establecer conque recursos cuenta el municipio, sus fuentes de financiación y las deudas que acarrea el ente territorial.

Pero paradójicamente al momento de ser posesionados, ejercer la calidad de gobernantes y conocer la realidad financiera de sus municipios pretenden exonerarse de la responsabilidad que le ungió el pueblo y los compromisos adquiridos con su comunidad mediante su programa de gobierno, tratando de culpar a los mandatarios salientes de toda la debacle administrativa y financiera del municipio, sin asomo de descaro y vergüenza que al momento de poner a consideración su nombre debía conocer las dificultades que afrontaría al gobernar el ente territorial.

Por eso se hace necesario que los pueblos hagan cumplir a los gobernantes sus obligaciones, constitucionales, legales y sus programas de gobiernos. Solo así podremos construir un mejor futuro, garantizar un bienestar y mejoramiento de las condiciones de vida de todos los habitantes de cada municipio.

De lo contrario permitiremos que los gobernantes realicen su gestión mirando por un espejo retrovisor que nos condenará al atraso, falta de inversión social y obras que permitan a los municipios alcanzar el progreso y desarrollo deseado.

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