Foto/Matador |
Son
muchos los críticos de esta reforma, pues aseguran que es altamente perjudicial
para la clase media, toda vez que grava la canasta familiar, incrementa el IVA
del 16 al 19%, eleva los impuestos a las viviendas de interés social, crea un
monotributo para negocios pequeños, grava la gasolina, las bebidas azucaradas,
computadores y teléfonos inteligentes entre otras medidas.
Desde el
punto de vista general, encontramos que esta reforma lesiona los intereses de
la clase obrera colombiana, quienes perciben un ingreso paupérrimo y verán un
incremento en su costo de vida, lo que reducirá aún más la capacidad del
trabajador de satisfacer sus necesidades básicas y garantizarse una vida digna
al igual que a su familia.
La
inmensa mayoría de colombianos nos preguntamos cómo es posible que el gobierno
sacrifique el bienestar y estabilidad de los menos favorecidos para cubrir su
déficit fiscal, mientras los congresistas disfrutan un salario inmensamente
alto y no permiten su reducción o muchos exfuncionarios gozan de un esquema de
seguridad y vehículos que le causan elevados costos a la nación.
Para
otros no es justo que las clases populares paguemos el derroche de la bonanza
petrolera y las consecuencias de una política económica equivocada, donde se
han invertido grandes recursos para lograr el apoyo político en el Congreso
para sacar las iniciativas del ejecutivo, lo que ha impulsado al gobierno a
plantear una reforma apresurada, que puede contribuir más con la construcción
de un país más desigual y desproporcionado, que al saneamiento fiscal que se
requiere.
Sin
embargo también existen sus defensores, que argumentan que la reforma tiene sus
fortalezas y es acorde con la realidad social y fiscal de la nación, ya que
garantiza la inversión social, la sostenibilidad de las obras de
infraestructuras que necesita el país para garantizar su competitividad y
crecimiento económico, financia el posconflicto, combate la evasión, moderniza
el sistema tributaria entre otras.
Analizando los dos puntos de vistas, percibimos que
la reforma tributaria es ambiciosa, que debe ser analizada y debatida de manera
exhaustiva para llegar a consenso y brindar un producto final acorde con las
necesidades del país y que no maltrate el bolsillo de los más necesitados, por
eso el llamado de urgencia del gobierno para su aprobación nos parece desmedido
y peligroso, no vaya ser que se apruebe a pupitrazo limpio y se filtre un mico
que vaya en contravía de los intereses de la clase media colombiana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario