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Es común encontrar como algunas
personas lo enaltecen como excelente orador, jurista, político, estadista,
transformador, líder e inspirador de la revolución cubana y de américa latina,
así mismo otros lo desmeritan y acusan de fascista, dictador, tirano, violador
de derechos humanos, perseguidor de la libertad de prensa y hasta asesino.
Quizás las dos vertientes tengan algo
de razón, para ambas concepciones Fidel es como lo que aseguran, por un lado lo
responsabilizan de una censura férrea, racionamiento precario de su población,
el exilio de más de un millón y medio de cubanos, encarcelamiento y
fusilamiento de opositores, pero también es cierto que detrás de esas
aseveraciones existe unos hechos que hablan por sí solo, o por
su forma de gobernar y pensar por eso llama la atención que como legado haya
logrado que Cuba sea reconocido por la Unicef como un país sin desnutrición infantil
y con la tasa de mortalidad más baja de américa latina, mientras que en países
donde es duramente criticado sus niños mueran diariamente por desnutrición ante
la mirada cómplice de la clase política.
De la misma manera su sistema de salud
es un ejemplo para el mundo de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud,
desarrollaron 4 vacunas contra el cáncer, cuenta con el mayor número de médicos
por cada mil habitantes, lo que contrasta con los servicios de salud
paupérrimos y negligente atención que se presta en las naciones donde su nombre
es insultado y su muerte se convierte en motivo de júbilo.
Así mismo Cuba cuenta con uno de los
mejores sistemas educativos de América Latina, donde se garantiza la gratuidad
hasta en la educación superior, es uno de los países que más aporta del PIB a
la educación, su sistema establece un docente por cada 10 estudiantes, mientras
que las naciones de sus detractores la educación es un fracaso, su acceso es un
privilegio y la inversión al sistema es escaso, lo que los ha condenado al
atraso y una mala educación.
Fueron muchos los obstáculos que debió
superar y sortear Fidel, un bloqueo económico de la máxima potencia mundial, conspiraciones
para derrocarlo, la caída del bloque soviético, la crisis de los misiles o más
de 600 intentos de asesinatos, pero Castro salió adelante e inculcando sus
ideas revolucionarias, se retira del poder y muere a sus 90 años en su hogar en
Cuba.
A partir de allí comienza la disputa
entre sus defensores y sus detractores, pero el firme en su pensamiento seguro
está expresando “los hombres mueren, el partido es inmortal”, y previendo la
andanada de críticas se encontrará recitando su frase más celebre: ““Condenadme, no importa. La
historia me absolverá”.
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