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Terminadas las
festividades de fin de año, dejamos atrás los acontecimientos del año pasado,
donde en el plano internacional Inglaterra mediante referendo decide abandonar
la Comunidad Europea, Donald Trump contra todos los pronósticos es designado
presidente de los Estados Unidos y rusos y norteamericanos se confrontan en un
incidente diplomático por el supuesto ciberataque de Rusia durante las
elecciones presidenciales en Estados Unidos.
En el plano
nacional también nos dejó un sin números de noticias como la decisión de los colombianos
de no avalar en el plebiscitos los diálogos entre el gobierno y la guerrilla de
la farc para alcanzar un proceso de paz, la posterior refrendación del congreso
de los acuerdos, el vil asesinato de una niña de 7 años en Bogotá, la reforma
tributaria, los hallazgos de corrupción de la refinería de Cartagena o de
Obredecht, el paupérrimo aumento del salario mínimo y el baile de fin de año de
miembros de las farc con los verificadores de la ONU.
Los colombianos
somos ciudadanos sin memoria por naturaleza, olvidamos muy rápidamente todas
estas noticias y permitimos que los dineros públicos sean dilapidados, que las
medidas gubernamentales vayan en contra de las clases más desfavorecidas, que
el costo de vida y el salario mínimo cada vez alcance para menos, mientras
nuestros honorables congresistas reciben una asignación y prebendas salariales
altísimas.
Por eso a pesar
de todas las políticas y decisiones que se han tomado en contra del pueblo, volveremos
a elegir a los mismos sin vergüenzas que han sumido en el abandono y atraso a
sus regiones, que no han gestionado obras e inversiones que permitan el
bienestar y mejoramiento de la calidad de vida de sus electores, seguiremos
cegados y sin levantar nuestra voz de protesta por tantos atropellos cometidos
contra la clase trabajadora colombiana.
Sumisos haremos
cuenta y trataremos de sobrevivir con el miserable salario mínimo adoptado, el
cual no permite que los trabajadores garanticen el cubrimiento de sus
necesidades básicas, una vida decente que le permita construir un mejor futuro,
un nivel económico decoroso que le asegure una vejez digna y tranquila.
Seguiremos siendo
pasivos y permisivos con los grupos que no quieren que gocemos de un país estable
y en paz, respaldaremos sus políticas guerreristas y nuestros hijos se
convertirán en las victimas de este conflicto sin sentido, el desplazamiento y
la violencia reinara en cada uno de los rincones de nuestro país y la
desigualdad, desesperanza y pobreza nos consumirán cada día más.
Permitiremos que
nuestros niños sigan siendo asesinados, abusados o sigan muriendo de hambre,
sed o por falta de atención médica debido a la falta de políticas de estado que
garanticen sus derechos fundamentales, su protección y bienestar.
Es hora de
reaccionar, de tomar decisiones radicales, de elegir y ser representados por
líderes que velen y encarnen nuestros intereses, que gestionen obras e inversiones
que nos permitan mejorar nuestras condiciones de vida, brinden la posibilidad
de progreso y desarrollo de nuestras regiones, de lo contrario estaremos
condenado cada fin de año estar lamentándonos por nuestra situación, las malas
decisiones adoptadas y los líderes que nos gobiernan.
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