martes, 17 de septiembre de 2019

A LOS GOBERNANTES SALIENTES

Vivimos momentos trascendentales para el futuro de nuestros departamentos y municipios. La efervescencia política se encuentra en todo su apogeo. Por eso hoy quiero reflexionar sobre el particular, pero desde la óptica personal, del mandatario actual quien ejerce y se le termina su gobierno.


Hace cuatro años los mandatarios con el ánimo de servirle a su pueblo postularon sus nombres para regir los destinos de sus territorios. A lo largo de este cuatrienio con aciertos y desaciertos han adelantado una gestión que ha contribuido con el progreso y desarrollo de su patria chica, mejorando las condiciones de vida de su gente.

A lo largo de su mandato han padecido los avatares de la figura pública: han sido reconocidos, exaltados, criticados y fustigados por su gestión, la cual para algunos es buena, pero para otros es mala, de acuerdo a la percepción e intereses con que se le mire. Muchos han constituido una corte de adulones que aprueban y festejan todas sus actuaciones y decisiones, aunque en contraposición también cuenten con férreos opositores que las rechazan y reprochan, sin hacer un análisis detallado e imparcial.

Ad portas de la fiesta democrática, donde se elige su reemplazo, los gobernantes comienzan a presentar comportamientos que demuestran su voluntad de aferrarse al poder, pretendiendo utilizar todo su potestad y mandato poniendo a su disposición todo el aparato estatal para favorecer al candidato de sus afectos. Otros por el contrario, aunque muy pocos, prefieren mantenerse al margen y ser neutrales, dejando que sea el pueblo en su libre albedrío quien en su infinita sabiduría elija su futuro líder, el encargado de regir su destino.

En estas épocas se incrementan los miedos y temores de los mandatarios, toda vez que se arremeten las denuncias y ataques de sus contradictores. La gente toma partido y se aleja del mandatario, tomando relevancia e importancia los candidatos, lo que conlleva al gobernante a padecer la soledad del poder, pero así mismo nace un círculo que aprovecha esta condición para endiosarlo, acrecentando su ego, buscando con ello que enceguecido por las adulaciones decida cual patrón imponer a toda costa un determinado candidato.

Todo esto expone al mandatario a consecuencias jurídicas, familiares y personales, puesto que obsesionado por su ego y creyéndose el todopoderoso transgrede los límites, no mide las consecuencias de su actuar, perdiendo su sentido común, convirtiéndose en un inquisidor, quien se cree con las facultades de decidir quién lo reemplaza.

Apreciados gobernantes, su oportunidad histórica de servirle al pueblo y de realizar una excelente gestión está culminando, para bien o para mal. El pueblo y la historia serán quienes aprueben o desaprueben su gestión. Finaliza el periodo tranquilo, salga por la puerta grande, sin permitir que los deseos, ansias de poder de un séquito de personas interesadas en seguir gozando las mieles del poder lo utilicen y terminen complicando tu vida.

Mandatarios, recuerden que fueron 4 años donde redujeron el tiempo y disfrute con la familia por apersonarse de los problemas de su pueblo. Llegó la hora de retribuirles ese espacio, de brindarles la importancia y relevancia que tienen, no permitan que se coarte o trunque esta posibilidad por complacer los apetitos políticos de unos particulares.

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