Mientras
el país se maravilla y concentra su atención en el éxito, la gesta y los logros
de un Colombiano ejemplar que con su fútbol cautivó al mundo, nos puso a soñar,
nos alimentó la ilusión y nos enseñó a
creer en nosotros: James Rodríguez, -el que con su magia, goles y gambetas nos
llevó a cuartos de finales del mundial, se consagró goleador, convirtió el
mejor gol y para muchos fue el Mejor Jugador del torneo-, lo que llevó al mejor
club del mundo, según algunos, el Real Madrid a poner sus ojos en él y ficharlo
por 80 Millones de Euros.
En
el Congreso de Colombia se reunen los llamados Padres de la Patria, elegidos por
el constituyente primario para que legisle, elabore, interprete, reforme, o en
algunos casos derogue las leyes que requiere el país para mejorar las
condiciones de vida de la sociedad y solucionar sus problemas y enfrentar los
retos de la Nación para situarla en un puerto a salvo y en la ruta del Progreso y
Desarrollo.
Pero
en lugar de eso, en las pocas o escasas sesiones que se han adelantado desde el
20 de Julio, día que se posesionaron estos ilustres hombres, solo nos han
presentado a los pocos colombianos que hemos seguido su actuar un vergonzoso
espectáculo alejado de las necesidades apremiantes de nuestra nación.
Vemos
a la Izquierda tratando que se adelante un debate en contra del expresidente
Uribe por sus posibles vínculos con el paramilitarismo y que las
investigaciones sean asumidas por la Corte Suprema, lo cual no es posible
porque la Corte solo puede asumir investigaciones del Expresidente por las
conductas que adelante en la actualidad como senador.
También
observamos al Centro Democrático con su afán de figurar, recobrar el papel
protagónico perdido, desde la dejada del poder de su máximo líder,
despotricando, denigrando e incluso insultando al presidente Santos, su
gobierno y su política, los militantes de este partido político, con elocuencia
resonante, piensan que su papel es adular a Uribe, al cual siguen llamando
presidente (olvidándose su condición de expresidente y más aún de senador en la
actualidad), adulan su gobierno y obras las cuales transcurrieron hace más de 4
años, y que el país conoce, agradece y crítica en algunos casos.
Los
Partidos de la Unidad Nacional se encuentran a la defensiva y en férrea defensa
del Presidente Santos, sus políticas, su Gobierno, sus cuotas burocráticas y su
porción de mermelada por eso no pierden la oportunidad y protagonismo para
demostrar su condición de adulones
incondicionales del ejecutivo.
Mientras
nuestros distinguidos senadores mantienen estas posiciones y discusiones
banales, nuestro país necesita grandes reformas que constituyan una hoja de
ruta para mejorar de una vez por toda la problemática del sector Salud, de la
Educación o la Justicia, que nos permita la construcción un país más
equitativo, incluyente y con oportunidades que nos abone el terreno para la
llegada de la tan anhelada Paz.
Por
eso se hace necesario que el Congreso Colombiano y sobre todo figuras
rutilantes como Horacio Serpa, Antonio Navarro, Jorge Robledo, Roberto Garlein,
Claudia López y Álvaro Uribe demuestren su liderazgo y amplio conocimiento del
país para enderezar el camino y trabajar mancomunadamente, (sin importar el
partido o ideología política), por este país hermoso y maravilloso que tanto lo
necesita.
De
esta manera devolveremos la confianza de los ciudadanos en sus instituciones,
la esperanza a los habitantes por un país mejor, el sueño a la sociedad de una
nación en paz, pujante, llena de progreso, desarrollo, bienestar, con las
necesidades satisfechas y la erradicación de la pobreza extrema.
De
lo contrario los colombianos debemos sumirnos en el sueño, alegría y orgullo
por los triunfos de nuestros deportistas, más no en los avances y
transformaciones como nación o país que nos garantice un mejor futuro y
mejoramiento de las condiciones de vida de las nuevas generaciones.
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