Se encuentran por una parte, una gran
mayoría que anhela que estos diálogos lleguen a un feliz término y que, por
fin, Colombia alcance la paz, consolide la reconciliación y establezca bajo las
bases de la justicia, reparación y verdad, una nación pujante, con
equidad, educación y bienestar.
Por otro lado, encontramos una
oposición empecinada en desacreditar, deslegitimar y torpedear los diálogos,
argumentando que habrá impunidad, que reclutadores de menores y
narcotraficantes tendrán la posibilidad de ser elegidos a cargos de elección
popular y que esto deteriorará la seguridad, la inversión y la política social
en el país, olvidándose que, en su momento, cuando gobernaban, ofrecieron a
esta misma guerrilla garantías para que aceptaran un proceso de diálogo, y
también se olvidaron muchas de sus preocupaciones en el proceso con los
paramilitares.
Algunas estructuras guerrilleras
obedeciendo a su desenfrenado apetito guerrerista y contrariando las decisiones
tomadas por sus voceros en la mesa de dialogo, efectúan acciones
terroristas que dejan una estela de muerte y dolor a lo largo de la geografía
nacional. Esto nos plantea la duda sobre la unidad de criterio y mando en las
guerrillas, por lo que los opositores del proceso llegaron a sugerir que en la
Habana, la mesa de dialogo estaba conformada por guerrilleros sin mando e
injerencia en el actuar del grupo armado.
En los últimos días se conoció que el
gobierno autorizó el viaje de alias Timochenko, jefe máximo del grupo
terrorista de las Farc a la Habana, con el objetivo de lograr avances en la
búsqueda del fin del conflicto en Colombia y justificando su decisión en que
los negociadores de la guerrilla no se demoren cuatros meses en consultar cada
decisión de los diálogos con su máximo líder.
Con esta información, los
contradictores del proceso se rasgaron las vestiduras, y endurecieron sus
críticas a la decisión del gobierno por permitir el viaje de Timochenko a la
Habana, atribuyendo como un golpe a la moral de las fuerzas militares y policías
y aquiescencia para realización de una conferencia del terrorismo para
reorganizarse y rearmarse.
Particularmente,
estoy de acuerdo con la decisión de permitir que el Número 1 de la Farc asista
a las negociaciones de paz, toda vez que esto sea un síntoma de la decisión del
Secretario del grupo terrorista en la búsqueda del fin del conflicto y los
grandes avances que se ha logrado en el proceso, y, por otro lado, garantice a
Timochenko conocer de primera mano de sus negociadores los acuerdos alcanzados,
sin temor de ser hackeado por los opositores del proceso.
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