miércoles, 27 de mayo de 2015

LA VIDA ES SAGRADA

Las santas escrituras revelan que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, lo que nos enseña y recuerda el carácter sagrado e inviolable de la vida humana, por ello la Instrucción Donum vitae: “solo Dios es señor de la vida desde su comienzo hasta su término: nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente”.

La humanidad a través de los tiempos ha olvidado el regalo más preciado entregado por Dios como es el don de la vida. Nos hemos empecinado a destruirla, hemos oscurecido nuestro corazón, erradicado la sensibilidad y nuestro amor por la existencia que ya no nos sorprendemos por la muerte en manos de otro de los seres humanos.

En Colombia hemos vivido una guerra por más de 50 años que nos ha causado gran dolor, desolación e infinidades de muertes que enlutan y entristecen miles de hogares en nuestro país. Esta situación ha generado que muchos perdamos la esperanza y justifiquemos las acciones bélicas como único mecanismo para dar por terminado un conflicto sin sentido; pero la inmensa mayoría, consciente del valor intangible y sagrado de la vida, confiamos y apoyamos una salida negociada para silenciar los fusiles.

Por ello repudiamos cada acción criminal y desalmada que atente contra la vida humana, entristece y enluta nuestro corazón cada vez que miembros de la fuerza pública son vilmente emboscados y asesinados, pero esto no puede convertirse en pretexto y caballo de batalla para terminar un proceso que tiene como fin único, poner fin a la crueldad y barbarie.

Asimismo nos consterna conocer que hermanos colombianos que, por circunstancias diversas de la vida, traspasaron los límites de la legalidad y mueren en manos de las fuerzas del orden, que constitucionalmente tienen como misión defender la soberanía, la independencia y proteger a la población civil. En ese contexto, reclamamos una salida negociada a esta guerra que sólo garantiza pérdida de vida de miles y miles de compatriotas.

Es necesario olvidarnos de nuestros ideales, sean de derecha o de izquierda, y centrarnos en una única postura: la de Colombia, para desarmar nuestros corazones y hacer que una reconciliación permita perdonar y cimentar una nación en paz.

Es urgente analizar la posibilidad de establecer un cese bilateral al fuego que garantice el fin de acciones militares y poner fin a la pérdida de vidas y el dolor de familias enteras por la muerte de sus seres queridos.

De lo contrario estaremos contribuyendo a que los ángeles del apocalipsis desaten  el tormento y horror en nuestra nación, por no respetar el mandamiento de Dios, quien nos brindó la vida como un don sagrado e inviolable.

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