Desde tiempos memoriales, la política ha
sido un ejercicio reservado a los hombres. Fueron muchas las luchas que
debieron emprender las mujeres para que pudieran acceder a ejercer el derecho
al voto, así mismo para que se les permitiera participar como candidatas en las
elecciones y de esta manera poder ejercen como gobernantes de países,
departamentos o ciudades.
Esta lucha no ha sido ajena a la
política colombiana, por eso se ha trabajado en la búsqueda de una hoja de ruta
que permita que las mujeres transiten en todos los escenarios de la vida
nacional en igualdad de condiciones y con equidad, por eso en el año 2000 se
promulgó la Ley 581 la cual creaba los mecanismos para que las autoridades le
dieran a la mujer la adecuada y efectiva participación a la que tiene derecho
en todos los niveles de las ramas y demás órganos del poder público.
Aunque la Ley establece que las mujeres
deben contar con una cuota mínima del 30 por ciento para los puestos de libre
nombramiento y remoción, esto en la práctica no se viene aplicando, existe un
incumplimiento sistemático a esta prerrogativa, contribuyendo el mismo estado a
la falta de equidad e inclusión de la mujer en la vida laboral, conllevando
esto a la dependencia y, en muchos casos, humillación de la mujer frente a los
hombres.
En el aspecto político también se busca
garantizar la participación de la mujer en la vida pública por eso se instituyó
la Ley de género en las listas a corporaciones de elección popular, la cual
busca que cada lista se debe inscribir por lo mínimo con el 30 por ciento de
unos de los géneros, buscando ampliar el espacio de participación de la mujer
en la política.
Pero aunque esta medida es de
obligatorio cumplimiento, de manera particular creo que es ineficaz e
inoperante- En la actualidad, vemos cómo los partidos o movimientos políticos
para dar cumplimiento a esta famosa Ley rellenan sus listas sin importar la
incidencia, carisma, cualidades y propuestas de la mujer para poder acceder a
una curul, sino que solo buscan a las mujeres como relleno y cumplir con la
cuota de género.
Los partidos con este mecanismo de
rellenar las listas a corporaciones están sometiendo a la mujer al escarnio y
estigmatización pública, toda vez que los votos alcanzados por la mayoría de
féminas son irrisorios, lo que conduce a la falta de credibilidad al género en
las elecciones, porque el constituyente primario las analiza y mira más como
relleno que como una verdadera opción de ser elegidas.
Por todo esto creo
necesario y urgente tomar las medidas necesarias para que la finalidad de la
Ley de cuotas pueda garantizar a la mujer la adecuada y efectiva participación
en la vida pública, de lo contrario esta ley solo tendrá un propósito nefasto,
como lo es convertir una vez más a la mujer de relleno en un mundo machista,
que solo ha contribuido a su discriminación, maltrato, exclusión y falta de
participación en todos los niveles del poder público.
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