sábado, 22 de agosto de 2015

ADMINISTRACIONES PARALELAS

Cuenta la historia que en un país muy lejano existían dos municipios de un departamento que eligieron sus burgomaestres y, por casualidad de la vida, estos personajes se conocían y pertenecían al mismo partido político, ellos encarnaron la voluntad de un pueblo de cambiar la historia y permitir que la administración municipal devolviera la inversión que permitiera el bienestar de sus habitantes.

La ilusión y esperanza de sus pueblos era inmensa, la expectativa por la gestión acrecentó el fervor popular por la decisión tomada y los aires de cambios recorrieron cada rincón de la municipalidad, en el centro urbano más grande el mandatario derrochó sencillez y humildad, lo que le permitió conocer y vivir de primera mano las verdaderas necesidades de sus gobernados, mientras tanto, su colega se sumergió en su ego, arrogancia y prepotencia que le impidió entender la problemática de su comunidad.

Como era de esperarse, el burgomaestre que no dejó que su ascenso al poder lo obnubilara, en su administración trabajó en obras de vital importancia como el mejoramiento de la educación, salud, vías, saneamiento básico, vivienda, recreación e infraestructura que catapultó a su municipio al progreso, desarrollo y bienestar de su gente. Con su gestión, el gobernante se ganó el aprecio, apoyo y respeto de la gran mayoría de sus dirigidos.

En cambio, la dirigente que se dejó deslumbrar por el poder, su administración entró en un letargo donde la inversión y las obras no afloraban, su testarudez no permitía que su equipo de gobierno tomara decisiones que fueran en beneficio de su comunidad. Transcurrido un tiempo, su administración comienza a construir obras de poco impacto social y con serios inconvenientes de infraestructura, lo que no permite que su gente alcance el bienestar y mejoramiento de sus condiciones de vida que tanto añoraba y deseaba.

Por ello a las puertas de cerrar su gobierno, el alcalde humano goza de la simpatía y agradecimiento de su pueblo, mientras que el gobernante que se creyó un deidad goza del repudio y desaprobación de su gente, tanto que mientras el primero recibe la solidaridad y aprecio de su comunidad en los momentos más difíciles de su gestión, el segundo recibe críticas y censura en los momentos de más lucidez de su gobierno.

Las vidas paralelas de estos mandatarios nos enseñan que el gobernante debe convertirse en un trabajador más de su gente, en el servidor de todos, que la responsabilidad depositada por el pueblo no es motivo para presumir y rebajar al pueblo que lo eligió, por el contrario  debe investirse de humildad para conocer las necesidades de su gente, porque solo así podrá proyectar una solución real y efectiva de la problemática que los aqueja.

Los servidores públicos olvidan que llegan a los cargos a servir, olvidan que se deben al pueblo que los eligió, creen que el pueblo es el que les debe subordinación y veneración, olvidándose que su gobierno no es eterno, es pasajero y que la voluntad del pueblo puede castigar o premiar su gestión.

Por eso cuando llegan nuevamente las elecciones creen hipnotizar a la gente para que olvide todo su mal proceder y pretenden que el pueblo apoye la continuidad de su nefasto gobierno, para ello utilizan las finanzas municipales para comprar conciencia, a diferencia de aquel que actuó a conciencia y centrado en su gente quien recibe su beneplácito para darle continuidad a su proyecto.

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