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El pasado 20 de julio el país no solo
celebro el Grito de Independencia, sino la instalación del último período de
sesiones del Congreso, la elección de los nuevos miembros de las mesas
directivas de Senado y Cámara y la fijación de una hoja de ruta con proyectos
de ley que marcarán la agenda legislativa en este crucial año electoral.
El gobierno nacional y los partidos de
coalición buscarán sacar adelante proyectos de ley que garanticen la
implantación de los acuerdos de paz, ya que es una obligación moral, política y
legal. Por otra parte, la oposición radicará iniciativas que permitan modificar
los acuerdos ya que para su pensamiento con ellos se entrega la
institucionalidad y el país al grupo guerrillero.
Desde ya se anunció la presentación de
un proyecto de ley para garantizar que los bienes de las Farc sean
exclusivamente para reparar víctimas y no para hacer política, lo que vemos con
buenos ojos y apoyamos. Sin embargo, lo paradójico es que sea promovido por el
mismo grupo político que asegura que si ganan las elecciones en 2018 modificará
los acuerdos, lo que llevaría al traste el proceso. Por consiguiente, ¿para qué
legislar sobre un proceso que fracasaría?
Así mismo nos ilusionan con un
proyecto de ley que busca dar una compensación a los trabajadores que han sido
afectados por el recorte del recargo nocturno, aumentando unos días la prima
quienes devengan hasta 4 salarios mínimos, pero lo asombroso de esta propuesta
es que será radicada e impulsada por los mismos que adelantaron la reforma de
2002 donde se amplió la jornada laboral y se recortaron las horas extras y
recargo nocturno.
Con el objetivo de lograr un congreso
más austero, escrutable y eficiente, prometen reducir el número de sus
integrantes y congelar los salarios de los parlamentarios, lo irónico de este
proyecto es ver que los abanderados son los mismos que han negado la
posibilidad de reducir el salario de los congresistas a 25 Salarios mínimos
mensuales que es lo establecido por mandato constitucional y lo más congruente
con la realidad del país.
Como podemos darnos cuentas en esta
última legislatura se avizoran proyectos que van a contrario sensu de las políticas de sus impulsores,
que denotan populismo y una clara intención de cautivar al incauto para
garantizar sus pretensiones políticas en este año electoral, que asegure a los
partidos votos y por ende representación en el congreso y les permita elegir a
quien rija los destinos del país en el próximo cuatrienio.
Pero si analizamos el fondo de las
iniciativas, nos encontramos con una sorpresa mayúscula y desalentadora, no
existe iniciativa alguna que busque la solución estructural a la problemática
que nos aqueja. Temas sensibles como la salud, educación, las pensiones, el
trabajo, los servicios públicos o la corrupción están siendo refundidos en los
anaqueles del olvido.
Basta ya, no
permitamos seguir siendo manipulados, engañados y usados por una clase política
nefasta y oportunista, que no le interesa nuestro bienestar y mejorar nuestras
condiciones de vida. Solo les importa su futuro político y aferrarse al poder.
Es por eso que se hace necesario que tomemos conciencia, en nuestras manos está
la decisión de seguir siendo los idiotas útiles de las elecciones y los
convidados de piedra en el gobierno, o convertirnos en los pilares
fundamentales o la piedra angular para generar cambios que permitan construir
una mejor nación.
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