Colombia es un país que se encuentra
entre los primeros lugares en biodiversidad y entre las naciones más
megadiversas del planeta, lo que la sitúa en un lugar privilegiado por sus
riquezas naturales, belleza geográfica y biodiversidad de ecosistemas que lo
posiciona como potencia ambiental y turística ante el mundo.
Por ello, nuestra constitución propende
por la protección, conservación, integridad y fomento del ambiente, así mismo
se ha avanzado en términos de legislación ambiental, en busca de implementar
una política ambiental efectiva y eficiente, que garantice la sostenibilidad de
nuestro ambiente.
Desafortunadamente este regalo preciado,
obsequiado por Dios y la naturaleza no ha sido dimensionado, valorado y cuidado
por nosotros, por el contrario, con desdén, crueldad e ignominia adelantamos
acciones que atentan contra nuestro ambiente y por consiguiente contra nuestra
existencia.
A diario conocemos como de forma voraz,
insaciable y despiadada devoramos nuestros bosques y selvas, contaminamos las
fuentes hídricas, emitimos gases invernaderos, deterioramos el aire que respiramos
con sustancias nocivas y tóxicas y contaminamos nuestro suelo con la incorporación
de residuos y elementos contaminantes que ponen en riesgo la vida de las
personas, animales y plantas.
Preocupa encontrar que el humedal
continental más grande de agua dulce que tiene Colombia, nuestra ciénaga de Zapatosa
está siendo afectada por altos niveles de contaminantes y la cimentación, lo
que deteriora su ecosistema, ocasionando la falta de oxígeno y degradación del
hábitat de varias especies, poniendo en riesgo este espejo de agua, su
ecosistema, la salud, seguridad alimentaria y sustento de los pobladores de su
zona de afluencia.
Es inadmisible y censurable como grupos
al margen de la ley como la guerrilla del ELN siguen realizando atentados
contra la infraestructura petrolera, ocasionando con ello un gran e
irreversible daño a nuestro ecosistema, contaminando los afluentes, poniendo en
riesgo nuestros espejos de agua e inhabilitando este recurso básico para la
vida. En los últimos días un ataque al oleoducto caño Limón-Coveñas perjudico uno
de los sitios más bellos, paradisíaco y turísticos del país como lo es el Pozo
Azul en el Catatumbo, que cambio sus hermosas aguas de color aguamarina por el
color marrón, turbio y aceitosa como resultado del derrame de crudo que
ocasiono este vil atentado.
Alarma como nuestros bosques y selvas
son desforestadas con la tala indiscriminada, con el propósito de implementar
los cultivos ilícitos, la ganadería intensiva y acaparamiento de tierra lo que
se traduce en una disminución de la biodiversidad, degradación y erosión del
suelo, acrecienta el cambio climático y evita su mitigación, sin olvidar
aquellas administraciones municipales
que con gran desdén talan árbol con el
pretexto de realizar obras, todo esto conlleva a un atentado paritario contra
el planeta y subsistencia de la especie animal y humana.
Se hace necesario que hagamos un pare en
el camino, que conservemos, respetemos y cuidemos nuestros ecosistemas y
recursos naturales, es hora que aunemos esfuerzos para la protección de nuestro
ambiente, que entendamos que, si atentamos contra la naturaleza, atentamos
contra nuestra vida, contra nuestro planeta y nos condenamos a la extinción.
Debemos reconocer y entender de una vez por todas, que este hermoso
planeta no es nuestro, que nuestros antepasados no los prestaron y encomendaron
para que lo cuidáramos, atesoráramos y conserváramos para las futuras
generaciones, no podemos ser egoístas e irresponsables con nuestros hijos,
condenándolos a convivir en un planeta devastado, destruido y sin futuro por
nuestra incapacidad, apatía y omisión.
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