Desde
que comenzó la Copa América, el torneo más antiguo de selecciones, nuestro país
entró en un estado de amnesia. Pareciera que nos hubieran sumido en un letargo,
donde la situación política, social y económica del país no nos importara. Lo
relevante es si Colombia vuelve a coronarse campeón, Messi logra consagrarse
con su selección o Brasil retoma su trono.
Mientras
muchos celebrábamos el triunfo de nuestra selección, los goles y actuaciones de
Roger Martínez o Duvan Zapata, pocos se percataban, lamentaban y repudiaban
como en el Congreso naufragaban los proyectos de ley contra la corrupción,
donde de manera descarada y con argucias hundieron el proyecto que eliminaba el
beneficio de casa por cárcel para corruptos.
En
momentos que reprochamos o justificamos la implementación del Var por la demora
en el juego o la justicia en los partidos, la desnutrición infantil sigue
apagando vidas inocentes en nuestro país. Por ejemplo, en la ciudad de
Aguachica una niña de 3 meses falleció, mientras otra menor de 7 meses
permanece con pronóstico reservado por desnutrición severa, sin que nos
alarmemos o elevemos nuestra voz de protesta por esta situación que padecen nuestros
niños.
Al
tiempo que criticábamos a Messi y cuestionábamos su desempeño en su selección,
en Tierra Alta Córdoba asesinaban de manera vil y cruel a la líder social María
del Pilar Hurtado frente a su hijo menor de edad, quien con llanto desgarrador
lamentaba y reclamaba el crimen de su progenitora, quien fungía como mediadora
entre la alcaldía de ese municipio y cerca de 250 familias para la
escrituración de unos lotes que habían sido invadidos.
En
tanto lamentábamos la debacle del equipo del Bolillo Gómez, reconocíamos el
progreso de Venezuela, se revelaban detalles del cerco, amenazas y presiones
sobre militares que decidieron denunciar y contar la verdad sobre los falsos
positivos y actos de corrupción en el Ejército, noticia que ha pasado desapercibida
y sin connotación para los colombianos a pesar de su gravedad.
Mientras
celebrábamos la clasificación del combinado patrio, su puntaje perfecto y su
excelente desempeño, no nos inmutamos ante la recolección de firma que convocar
un referendo para derogar la JEP y revocar las altas cortes, sin importar que
se lleven al traste los acuerdos de paz o se afecten mecanismos de vital
importancia para los colombianos como la tutela.
Los
colombianos somos muy dados a caer en sofismas de distracción. Es fácil que
nuestra percepción del país sea desviada por temas de menor relevancia, por eso
es muy recurrente que los gobiernos y políticos utilicen cualquier pretexto
para despistar nuestra atención y tomar medidas y decisiones que nos afectan
sin que defendamos nuestros intereses y derechos.
Es
importante y necesario que despejemos nuestra mente de tantas penurias,
dificultades y problemas que padecemos a diario, pero sin dejar de lado la
situación del país. Debemos preocuparnos porque la lucha contra la corrupción
sea exitosa, garantizar el bienestar y mejoramiento de las condiciones de vida
de los ciudadanos, exigir la preservación y respeto a la vida, y velar para que
el sistema de verdad, justicia y no repetición, al igual que la independencia
de las instituciones, se haga efectiva.
Solo
así lograremos hacer valer el Estado social de derecho, construir un mejor
país, equitativo, con oportunidades y donde el futuro sea de todos. De lo
contrario estaríamos condenándonos a convivir con el horror de la violencia, corrupción,
desigualdad, atraso y pobreza.
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