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Dice un viejo
aforismo “vemos la paja en el ojo ajeno, y no vemos la viga en el nuestro”,
este viejo adagio popular adquiere vital importancia en los actuales momentos
de nuestro querido país, puesto que acumulamos una grave situación que
desestabiliza la nación, pero no queremos asumirla, por el contrario, buscamos
esos problemas en la nación vecina para engañarnos, haciéndonos creer que aquí
todo marcha a las mil maravillas.
En días
pasados en Bogotá se celebró la Cumbre Antiterrorismo donde nuestro presidente
pidió más sanciones contra la “tiranía” de Venezuela por su apoyo a grupos
“terroristas”, pero obvio tratar el exterminio de nuestros líderes sociales,
los cuales vienen siendo masacrados vilmente ante la mirada displicente del Estado.
El
autoproclamado presidente de Venezuela, Juan Guaidó, en su visita a Bogotá
acusa al senador Gustavo Petro de ser cómplice de la dictadura de Maduro,
además afirma que existen claros indicios que ha sido financiado a través de
dineros de la corrupción venezolana, ante estas aseveraciones la clase política
reinante con un silencio cómplice celebra las afirmaciones, no obstante que al
gobierno Santos le reclamaban y protestaban cuando algún miembro del gobierno
nefasto de Maduro insultaba al senador Uribe.
El Gobierno y
su coalición arremeten en la deslegitimación de la protesta, pretendiéndola
encausar en la violencia y causante del caos, pero desestima el justo reclamo
del pueblo por medio de la represión del ESMAD, no obstante, en otrora el
presidente Duque defendía y se solidarizaba con los estudiantes venezolanos
quienes según él eran reprendidos violentamente por defender la democracia.
El partido de
gobierno es muy llamado hablar de corrupción y derroche, sin embargo, la
realidad demuestra otra cosa, caso concreto que pretendan imponernos una ley
que beneficia uno de sus miembros, sumado a las interceptaciones ilegales
realizadas por el ejército y los viajes del presidente que no reflejan
beneficios para la nación sino gastos. Con razón la página web U.S. News nos
catapulta con el vergonzoso título “del país del mundo que más se percibe la
corrupción”.
Acusamos a
Rusia como directo responsable de la expansión de las protestas en América
latina, reclamamos la injerencia de este país en las decisiones de algunos
estados en el hemisferio, pero aplaudimos la intervención Norteamérica en las
decisiones políticas, económicas y militares de la mayoría de naciones
latinoamericanas y mundiales, las cuales cumplimos a cabalidad como lacayos.
Mientras no
reconozcamos nuestra problemática y asumamos nuestras deficiencias, no podremos
brindar solución a los problemas como la corrupción, desempleo, pésimos
servicios de salud, educación que no nos permiten brindar bienestar y mejores
condiciones de vida a nuestra gente.
Es hora de
asumir un liderazgo sin sesgos que permitan la unión y termine con la
polarización que está incitando a la violencia y desgobierno, se requiere con
urgencia apropiarse de las necesidades del pueblo, abrir un dialogo nacional
donde estén representado todos los sectores y logremos encaminar la política de
estado en beneficio de los más necesitados.
Porque si
seguimos evadiendo nuestros problemas y buscando como excusa lo de otros países
como Venezuela, en un tiempo no muy lejano podremos evidenciar como este país
hermano encausa su rumbo y gracias a sus grandes yacimientos petroleros supera
su grave crisis, mientras nosotros nos sumimos en el caos y desgobierno.
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