Foto: Nelson Cárdenas |
Diciembre es
el mes del amor, la reconciliación, la paz y la unión, donde celebramos en
familia y entre amigos las navidades y el fin de año, lo que nos llena de
alegría, satisfacción y nos permite soñar con un mejor país y un futuro promisorio
que nos permita mejorar las condiciones de vida y bienestar para cada
colombiano.
Infortunadamente
ese anhelo se desvanece al evidenciar como en el congreso de la república se le
brinda ponencia positiva a la mal llamada Ley de crecimiento económico (reforma
tributaria) y se encamina hacer aprobada, no obstante que la mayoría de centros
de pensamientos económicos o de analistas muestran su desacuerdo por considerar
que “algunos artículos son excesivamente generosos y ponen en riesgo la estabilidad
económica del país o porque su efecto no llegará a los colombianos sino que
abrirá paso a la corrupción”.
La inseguridad
es otro flagelo que amenaza nuestros sueños, a diario vemos como los
colombianos somos víctima de hurtos, robos y atracos que nos generan
frustración, miedo y desconfianza, pero a su vez nos conlleva al odio, rabia y
venganza, permitiendo con ello que en muchos casos decidamos tomar la justicia
por nuestras propias manos, empeorando la situación ya que con este actuar nos
asemejamos a nuestros infractores y/o atacantes y violentamos derechos y la
ley.
La desigualdad
e inequidad en el país cada día abre una gran brecha social, toda vez que ha
permitido la perpetuación de la pobreza, el abandono estatal, subdesarrollo y
falta de oportunidades que no permiten a la inmensa mayoría de colombianos a
mejorar sus condiciones de vida y satisfacer sus necesidades básicas, gracias a
la acumulación de riquezas de unos pocos y a la corrupción acrecentando el
descontento e inconformismo generalizado.
La protesta
social es el medio que las sociedades han utilizado para defender, reclamar y
reivindicar sus derechos, en Colombia no ha sido la excepción, por eso el
pueblo por medio de paros, concentraciones y cacerolazos ha manifestado su
desacuerdo e indignación en contra de las políticas y decisiones que van en
contravía de sus derechos y del estado social de derecho que contempla nuestra
carta magna.
No obstante, a
ello, infortunadamente la protesta social en muchos casos ha sido aprovechada
por desadaptados que ponen en peligro el orden y la seguridad pública, así
mismo han sido objeto de infiltraciones por la autoridad pública para
deslegitimarla y pretender reglamentar con el pretexto que “esta se de en el
marco de una reglamentación que garantice el orden público y el normal
transcurrir de las dinámicas de las ciudades”.
Un país que va
a la deriva, sin un timonel que comande este barco que va rumbo al naufragio,
no puede permitir que el medio más expedito que tiene para pronunciarse y
desaprobar las políticas y medidas nefastas que lo agobian sea restringida, el
pueblo debe seguir en pie de lucha, en la búsqueda de la reivindicación de sus
derechos, de su bienestar y mejoramiento de las condiciones de vida, pero así
mismo garantizar la seguridad ciudadana y el orden constitucional.
Son muchos los que
hoy se quejan por los paros y manifestaciones porque consideran que atentan
contra sus derechos y economía, toda vez que han visto afectado sus ingresos y
ventas, esto es indudable, pero también es irrefutable que lo que se exige es
para mejorar la calidad de vida de un pueblo afligido y garantizar que no
volvamos a padecer un diciembre negro, lleno de sinsabores, necesidades y falta
bienestar y oportunidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario