Llegó Diciembre, fecha especial y
maravillosa donde celebramos las fiestas de navidad y fin de año, época donde debe
reinar la paz, la armonía, la alegría, el amor y la reconciliación entre todos
celebrar en unión y tranquilidad para que la bendición misericordiosa de Dios
nos acompañe siempre.
Ejemplo de esto nos lo han brindado
dos enemigos acérrimos, quienes a menudo se acusaban de terroristas, violadores
de derechos humanos o imperialista, Estados Unidos de Norteamérica y Cuba, los
que después de más de medio siglo de tensas relaciones y ruptura acordaron el
restablecimiento de sus relaciones diplomáticas, representando el inicio del
fin de más de cinco décadas de hostilidades, embargos y aislamiento comercial,
poniendo fin a la guerra fría en Latinoamérica y la esperanza del surgimiento
de una Cuba estable, prospera y democrática.
Mientras la comunidad internacional
nos da ejemplo de armonía, reconciliación y paz, en el ámbito nacional, en
nuestra Colombia no encontramos estos mismos gestos y por el contrario a diario
vemos como dos tendencias políticas nos sumergen en la polarización y
distanciamiento entre colombianos. Los colombianos
presenciamos perplejos, una lucha de poder de dos grandes líderes y políticos
de nuestra historia, uno que se cansó de ver el país sumido en más de 50 años
de violencia y le apuesta a dar por terminada esta confrontación fratricida,
que lo único que nos ha dejado es una estela de muerte, dolor, pobreza y
subdesarrollo y el otro que bajo la premisa de no negociar con terrorista aleja
la posibilidad de la construcción de una nueva sociedad y una nueva Colombia
para las nuevas generaciones.
Por eso ya es costumbre que el Centro
Democrático se oponga a iniciativas legislativas y políticas del gobierno como la
Ley de restitución de tierra que busca que los campesinos desplazados o
despojados de sus tierras, regresen y exploten sus parcelas en beneficio de sus
familias, radicalmente diferente a su famoso agro ingreso seguro que benefició
a personas con capacidad económica y le arrebató esa posibilidad a los más
necesitados.
El presidente Santos desde el inicio
de su presidencia decidió restablecer las relaciones con Venezuela y Ecuador,
ya que entendió que para solucionar los problemas de droga, contrabando,
terrorismo o inseguridad, se requería el acompañamiento y apoyo de los vecinos
y no bajo la agresión, insolencia o bravuconadas como las mantenía el
expresidente Uribe.
La reforma de equilibrio de poderes,
donde el actual gobierno pretende acabar la reelección presidencial y la
concentración de poder, contraposición al pensamiento uribista quien cree necesario
mantenerla y poder en un eventual recuperación de la presidencia garantizar el
regreso del senador Uribe a la presidencia bajo un congreso de bolsillo
cercenando la constitución.
Así mismo el proceso de paz, bandera
del presidente Santos quién se la ha jugado indeclinablemente por la
construcción de una Colombia en Paz, bajo la armonía y reconciliación, pero a
encontrado la oposición del Centro Democrático quienes pretenden que en una
negociación el gobierno y el país no cede algunas concesiones para lograr un
acuerdo verdadero, duradero y firme.
Pero como dije en un principio estamos en Navidad y Fin de Año, fecha mágica, para disfrutar por eso invito a todos los Colombianos olvidarnos de los Uribe, Santos, Zuluaga, las Paloma Valencia o la Cabal, para dedicarnos a practicar la generosidad, solidaridad, humildad, reconciliación y amor, para que el 2.015 sea un año de Bendiciones, Prosperidad y Progreso.
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