Las últimas
semanas han sido de contrastes en mi vida, la tristeza de retirarme de mi labor
como asesor jurídico de una administración que a mi juicio está transformando
una ciudad y llevándola a la ruta del progreso y desarrollo, hasta llegar a la
alegría de asumir un nuevo reto, de fortalecer los procesos de identificación y
la vigilancia de la organización electoral en mi pueblo natal.
Como abogado y
sobre todo como ciudadano siempre he defendido la política como el arte de
servir y la búsqueda del bienestar general, con transparencia, eficiencia y
honestidad en el manejo de la cosa pública, por eso, con un grupo de amigos formulamos
y radicamos denuncias y quejas ante los órganos de control y las redes sociales,
referentes a las presuntas irregularidades, negligencia y actos de corrupción
en la contratación pública. (Aclaro,
estas denuncias las hice antes de posesionarme en el nuevo cargo y se refieren
a mi pueblo).
Este actuar, ha
causado malestar e indignación a los implicados, los que de manera
irresponsable y temeraria, nos han acusado y responsabilizado públicamente de
actos que puedan atentar contra su integridad física y su vida; debido a esto,
y con el ánimo de defender nuestro buen nombre y honra, nos vimos en la
obligación de iniciar las acciones judiciales pertinentes que nos garantizaran
la defensa de nuestros valores intrínsecos ante la sociedad.
El día sábado
después de una semana de trabajo y ejercer mis nuevas funciones, regrese a la
ciudad de Aguachica donde resido, a descansar y como de costumbre al lado de mi
compañera planeamos divertirnos viendo películas, pero este plan fue cambiado
abruptamente ante la invitación e insistencia de unos amigos a su casa para
departir y compartir un rato agradable de charla.
Después de
dialogar, divertirnos y compartir con los amigos, decidimos irnos a descansar a
nuestra casa de habitación, con la sorpresa que los amigos de lo ajenos habían
ingresado a nuestra vivienda y sustraído una suma de dinero producto del
salario de mi compañera y de unas alcancías que con esfuerzo ahorraba.
La sorpresa fue
mayor al encontrar que la vivienda no fue violentada, que su interior se
encontraba en las mismas condiciones que la habíamos dejado, con la excepción
de la gaveta donde guardo mi ropa, la cartera de mi compañera, una Tablet, el
morral que utilizo para mis viajes y un deteriorado celular de gama baja que
utilizaba a diario.
Solo eso,
exclusivamente eso fue lo que esculcaron, llevándose el dinero, las alcancías,
la Tablet, el morral y el viejo celular, olvidándose por completo de un
computador portátil, un computador de
escritorio y demás electrodomésticos que tenemos en casa. Por esto me causa la
duda ¿este robo ha sido producto de los
altos niveles de inseguridad que vivimos en el país o es un producto planeado
para intimidarme?.
No quiero ser irresponsable y emitir juicios a
priori, por eso me hago la idea que es producto de la inseguridad, por lo que
tomaré las medidas necesarias para salvaguardar la casa y nuestros bienes, si
es lo otro, solo puedo decir que no me intimidan, soy una persona frentera y
quien actúa bajos unos principios y valores
inculcados por mis padres, quién todo se lo deja a la justicia terrenal
y divina quienes tendrán la misión de esclarecer los hechos.
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