Foto/Revista Semana |
De
antaño, percibir de una u otra manera el despliegue y desplazamiento de algunos
bloques de la guerrilla de las Farc, con su robusta indumentaria e infamemente
armados, generaba pánico y desolación, era presagio de barbarie, muerte,
secuestro y vulneración.
En
buena hora, el tiempo ha cambiado, nació la esperanza y con ella la tranquilidad
de observar estos desplazamientos desde otra óptica, comprometidos con el
acuerdo de paz, y solo con el ánimo de dar inicio a los 180 días pactados para
la dejación de armas.
Es
emocionante ver como la guerrilla y las fuerzas militares que en otrora
intercambiaban disparos, bombas y combate que cegaban vidas, truncaban sueños,
hoy intercambian saludos y comparten estos desplazamientos sin agresiones, permitiéndonos
soñar con un mejor país, en convivencia pacífica, que permita finalizar con toda
esta guerra fratricida y trabajar unidos por el bienestar de todos los
colombianos.
Han
sido muchos los tropiezos y críticos de este proceso, pero ver a las Farc
marchar entre montañas, ríos, y caminos de herradura hacia los 26 puntos de
desarme obviando la confrontación, atentados o emboscadas es reconfortante, un
aliciente para apoyar este proceso y creer que la paz es posible y no tiene
vuelta atrás.
Existen
inconvenientes y discrepancias, las zonas veredales no están totalmente
adecuadas y no brindan la logística necesaria para la concentración de los
guerrilleros, la entrega de los menores de edad y la entrega definitiva de
armas por parte de la guerrilla, pero se ha avanzado, se está trabajando y las
Farc están demostrando su compromiso ineludible de cumplir el acuerdo, a su
organización, pero sobre todo a todos los colombianos que anhelamos y queremos
la paz.
Este
proceso es de vital importancia para Colombia, es una cita con la historia, por
eso es necesario trabajar incansablemente para lograr la inclusión social,
brindar oportunidades reales a todos los colombianos, invertir en lo social que
permita el mejoramiento de vida de todos, realizar obras de infraestructura que
logren satisfacer las necesidades insatisfechas de nuestra gente y permitan el
progreso y desarrollo en cada región de nuestra patria.
Pero
para que esto sea posible debemos combatir y erradicar la corrupción, mal que
ha carcomido la sociedad colombiana y nos ha sumido en el atraso y abandono que
ha generado desigualdad, inconformismo y una brecha social que nos ha
conllevado al conflicto que pretendemos victoriosamente terminar.
Por eso se hace
necesario el concurso de todos y el compromiso de aportar desde nuestros
diferentes roles en la construcción de una nueva y mejor Colombia, que se
convierta en un verdadero estado social de derecho, donde reine el respeto por
la constitución, el buen gobierno y permita que la marcha de las Farc sea hacia
la reinserción a la vida civil, a la paz y nunca más una funesta marcha de guerra
y desolación social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario