martes, 7 de febrero de 2017

LA MARCHA DE LAS FARC

Foto/Revista Semana
De antaño, percibir de una u otra manera el despliegue y desplazamiento de algunos bloques de la guerrilla de las Farc, con su robusta indumentaria e infamemente armados, generaba pánico y desolación, era presagio de barbarie, muerte, secuestro y vulneración.


En buena hora, el tiempo ha cambiado, nació la esperanza y con ella la tranquilidad de observar estos desplazamientos desde otra óptica, comprometidos con el acuerdo de paz, y solo con el ánimo de dar inicio a los 180 días pactados para la dejación de armas.

Es emocionante ver como la guerrilla y las fuerzas militares que en otrora intercambiaban disparos, bombas y combate que cegaban vidas, truncaban sueños, hoy intercambian saludos y comparten estos desplazamientos sin agresiones, permitiéndonos soñar con un mejor país, en convivencia pacífica, que permita finalizar con toda esta guerra fratricida y trabajar unidos por el bienestar de todos los colombianos.

Han sido muchos los tropiezos y críticos de este proceso, pero ver a las Farc marchar entre montañas, ríos, y caminos de herradura hacia los 26 puntos de desarme obviando la confrontación, atentados o emboscadas es reconfortante, un aliciente para apoyar este proceso y creer que la paz es posible y no tiene vuelta atrás.

Existen inconvenientes y discrepancias, las zonas veredales no están totalmente adecuadas y no brindan la logística necesaria para la concentración de los guerrilleros, la entrega de los menores de edad y la entrega definitiva de armas por parte de la guerrilla, pero se ha avanzado, se está trabajando y las Farc están demostrando su compromiso ineludible de cumplir el acuerdo, a su organización, pero sobre todo a todos los colombianos que anhelamos y queremos la paz.

Este proceso es de vital importancia para Colombia, es una cita con la historia, por eso es necesario trabajar incansablemente para lograr la inclusión social, brindar oportunidades reales a todos los colombianos, invertir en lo social que permita el mejoramiento de vida de todos, realizar obras de infraestructura que logren satisfacer las necesidades insatisfechas de nuestra gente y permitan el progreso y desarrollo en cada región de nuestra patria.

Pero para que esto sea posible debemos combatir y erradicar la corrupción, mal que ha carcomido la sociedad colombiana y nos ha sumido en el atraso y abandono que ha generado desigualdad, inconformismo y una brecha social que nos ha conllevado al conflicto que pretendemos victoriosamente terminar.  

Por eso se hace necesario el concurso de todos y el compromiso de aportar desde nuestros diferentes roles en la construcción de una nueva y mejor Colombia, que se convierta en un verdadero estado social de derecho, donde reine el respeto por la constitución, el buen gobierno y permita que la marcha de las Farc sea hacia la reinserción a la vida civil, a la paz y nunca más una funesta marcha de guerra y desolación social.

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