viernes, 4 de agosto de 2017

A KENNEDY VARGAS SABALLE

Médico Vargas como siempre cariñosamente te llame, la tristeza y dolor embargo mi vida al conocer la devastadora noticia de tu partida, la confusión se apoderó de mi pensamiento, la recriminación y el mea culpa rondaron mi ser por una visita que nunca realice.


Fueron muchas veces que decidí visitarte, llegar a tu casa para que charlaramos, me alegraras la vida con tus ocurrencias, con tus anécdotas, me hicieras un análisis y critica constructivas de mis columnas periodísticas o soñáramos juntos con el futuro, si con ese mismo donde me situabas en un pedestal, con tu visión y proyección de mis metas y retos, pero siempre hubo un inconveniente, un pero, una excusa y esa visita era aplazada.

La enfermedad obligo tu traslado a Bucaramanga, pero mis deseos y anhelos de verte, visitarte y dialogar con mi amigo seguían intactos, llego la oportunidad, debía trasladarme a la ciudad bonita a capacitarme, la alegría y el sueño de verte y cumplir con la visita planeada llegan a mi corazón, pero vaya sorpresa, en pleno vuelo se desvanece la ilusión con la dolorosa, triste y devastadora noticia de tu partida.

La incertidumbre y el desconsuelo se apoderan de mí, me recriminó por no haberte visitado, reclamo a Dios por negarme la oportunidad de verte,  se nubla mi mente, mis ideas se confunden, no logro ilbanar palabras para plasmar mi sentimiento y tristeza con tu partida.

Pero conocedor de tu afición por mis escritos, no podía volverte a fallar, debía revestirme de fortaleza y manifestar mis afectos, agradecimiento y experiencias vividas a tu lado.

Como olvidar que fuiste el primer Tamalamequero en instaurar una Tutela y todo para garantizar mi derecho a la educación, mi amigo gracias a ello pude reiniciar mis estudios y de una u otra forma labrar el camino para que hoy sea lo que soy.

Recuerdo tus discursos emotivos y llenos de propuestas, así mismo, que fuiste el primero que me brindó la oportunidad de incursionar en la oratoria, cediste tu intervención en una reunión de campaña para que yo me dirigiera al pueblo, como olvidar tu alegría y emoción al escucharme hablar desde ahí comenzó mi incursión en la vida política.

Por un tiempo te convertiste en mi tutor, recuerdas que me acogiste en tu casa, donde fortalecimos nuestra amistad y afecto, mis días los alegraste con tus anécdotas y tus cuentos de tus amigos, mi padre, Rizzo Aguilar, Fabián Rodríguez, Ton Pantoja y Tico Burro.

Medico jamás olvido tus historias, tu alegría, tus dotes de orador o poeta, aunque siempre te fastidie aduciendo que las poesías recitadas eran de la autoría de mi padre y los discursos pronunciados de mi Tío Eduardo, a lo que siempre me recriminabas “Ñero esos personajes son inteligentes pero no tienen las neuronas para escribir lo que expreso”.

Como olvidar tus ínfulas de don Juan, de semental, como no recordar esas grandes parrandas, donde te enfadas cuando te tiraban la piedrecita, te decían que ya te había caído agua en el oído,  te llamaban bolsa media de agua e improvisabas versos, tarareabas la canción los 12 apósteles, la cual nunca terminabas con una gran sonrisa aduciendo que si seguías habían  más de 5 presos y hasta muertos dejándome con la incógnita de conocer toda la historia de esa canción.

Recordar toda las historias vividas a tu lado y tus anécdotas permiten que olvide tu partida, pero de un momento a otro vuelvo a la realidad, la angustia de no poder asistir a tu sepelio me aterra, miro al cielo y pido explicación a Dios, porque la vida se empeña en negarme la oportunidad de cumplir mi visita, de despedirte.

Pero hoy después de revivir tus vivencias, creo entender todas las circunstancias y los tropiezos que no permitieron que nos viéramos, te visitara y que asistiera a tu despedida, nuestro padre celestial quiere que lleve en mí tu alegría, te recuerde vigoroso y lleno de vida.

Amigo siempre estarás en mis recuerdos,  tus anécdotas seguirán alegrando mis días, descansa en paz, ve y alegra los días de nuestro Dios, porque en nuestros corazones vivirás para siempre.

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