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Existen muchos municipios en Colombia
que demuestran falencias y deficiencias en la estructuración de proyectos. Así
mismo, encontramos que la mayoría no cuentan con una planeación en la
inversión, no permitiendo que las obras que se contratan lleguen a satisfacer
las necesidades básicas de sus habitantes y propendan por brindar bienestar y
mejorar sus condiciones de vida.
Es muy frecuente encontrar municipios
con problemas de acueducto y alcantarillado, con déficit habitacional, con
hospitales a las puertas del cierre por problemas financieros o colegios sin la
infraestructura adecuada que garanticen a su comunidad una verdadera educación
con calidad.
Sin embargo, el ente territorial al
momento de invertir, con los pocos recursos que le llega, lo hace de manera
irresponsable, sin un verdadero análisis que conlleve a satisfacer las
necesidades prioritarias que padecen sus comunidades y propendan a mejorar las
condiciones de vida, levantando el asta de la esperanza y soñar con un mejor
mañana.
Los mandatarios han acrecentado su
intereses en invertir en obras que contribuyan al desarrollo de sus territorios
en su formalidad, más no en su sustancialidad, olvidándose de la estructuración
de proyectos para hospitales, colegios, carreteras, vivienda que permita a la
sociedad avanzar en la erradicación de la pobreza y desigualdad.
Es por ello inaudito que existan entes
territoriales que busquen que sus concejos aprueben facultades para apropiar
recursos de vigencias futuras por más de 1.500 millones de pesos para
pavimentar calles, sin contar con un sistema de acueducto y alcantarillado
idóneo y eficiente, que podría ocasionar la destrucción de estos pavimentos en
un futuro no muy lejano.
Cómo es posible que comprometamos los
escasos recursos de nuestros ingresos para pavimentar calles, donde no existe
dinero para el aporte porcentual a la nación y el departamento en busca de la
construcción de una institución educativa que no cuenta con sede, en el que sus
alumnos no tienen espacios adecuados para su enseñanza, recreación o
laboratorios que le permitan una mejor educación, que coadyuve a nuestros
estudiantes ascender en las pruebas saber, saliendo de los últimos lugares en
que estamos inmersos.
No es justo que los centros
asistenciales de salud se encuentren atravesando una grave crisis financiera y
no cuente con la dotación adecuada y talento humano que le permita brindar un
eficiente servicio a la comunidad.
Es inconcebible que existan municipios
con hacinamiento habitacional por el déficit de viviendas que existe y la falta
de proyectos que garanticen una vivienda digna y justa a su gente para invertir
en obras de menor impacto social.
Es necesario invertir en obras que nos
permitan brindar garantías a los habitantes. También, que los derechos
fundamentales —salud, educación, vivienda digna y saneamiento básico— se
presten de manera oportuna, eficiente y de calidad, demostrando con ello la
correcta inversión de los recursos de nuestros pueblos.
Si visionamos la construcción de unos
mejores municipios; la adecuada pavimentación de sus calles contribuyen en su
avanza arquitectónico, sin embargo, esta inversión sobre un territorio que le
asiste necesidades, básicas, donde la pobreza es el hilo conductor del diario
vivir por la carencia eficaz y justa en inversión social, es una
inversión inconsciente, desproporcional y sin visión real.
El llamado es que
cada ente territorial ejecute su inversión de acuerdo a sus verdaderas requerimientos,
de lo contrario seguiremos condenando a nuestra gente al atraso, pobreza y
miseria en el que por años los han sumido a convivir.
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