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Cuenta
la historia que hubo una vez una joven muy bella. Era tan bella que no había
palabras para describirla. Sin embargo, era pobre, no tenía padres y por ello
vivía con su madrastra, la cual la obligaba a realizar los trabajos más duros,
mientras sus hermanastras gozaban de buenos regalos y tratos. Todo esto hasta
el día en el que se le apareció un hada madrina, quien con un toque mágico la
vistió de forma maravillosa, por lo cual la cenicienta encantó y enamoró al
príncipe, cambiando su difícil y abandonada vida.
En
la vida nacional este cuento infantil se convierte en realidad con muchas
mujeres colombianas y a su vez, con muchas regiones y municipios del país.
Estos últimos por la desidia, abandono y falta de inversión del gobierno nacional
o de los gobernadores.
Es
común ver regiones como la Costa Atlántica o departamentos como el Chocó —de
exuberante belleza, riquezas infinitas y gente amable y trabajadora— donde no
se invierten los dineros necesarios para brindar un servicio de salud eficiente
y oportuno, una educación de calidad, servicios públicos adecuados y óptimos o
vías terciarias en buen estado, que le permitan a su gente mejorar sus
condiciones de vida y la de sus familias. Aunque, eso sí, explotan sus riquezas
llenando las arcas de la nación.
Así
mismo encontramos municipios que a lo largo de su historia han estado sumidos
en el letargo del abandono y olvido, donde la desidia, falta de obras e
inversión de los gobernadores los ha obligado lidiar con hospitales sin
dotación y grave déficit fiscal que impiden la prestación de un buen servicio.
Les ha negado la posibilidad de contar con programas y proyectos de vivienda
que coadyuven el gran déficit habitacional que soportan o condenan a
instituciones educativas a brindar clases sin sedes o en instalaciones
inadecuadas, facilitando de esta manera la mala calidad educativa, mientras la
inversión se realiza en poblaciones con mejores condiciones de económicas y
sociales.
Con
lo anterior no se está cumpliendo con la distribución justa y equitativa de los
recursos públicos; por el contrario, se está atentando con la dignidad de los
habitantes de estas regiones, como también contribuyendo a la iniquidad,
pobreza y falta de oportunidades de estas comunidades. Esto conlleva a la desesperanza
o frustración, incitando a la gente a tomar medidas de hecho que pueden
convertirse en focos de violencia, como el único mecanismo para que las obras e
inversión lleguen y brinden solución a la problemática y necesidades que los
azota.
Señores
gobernantes, no pueden seguir mirando algunas regiones o municipios con
indiferencia o menosprecio, todos son parte del ente territorial administrado,
por ende tienen los mismos deberes y obligaciones, pero también los mismos
derechos. Por eso, hacemos un llamado para que sean tenidos en cuenta en la
inversión y obras que adelanten, para que así nuestra nación represente un país
justo y equitativo. Les pedimos que no solo se acuerden de estas regiones en el
momento de contribuir con su elección, sino durante el tiempo que dure su
mandato.
Estas comunidades
necesitan el apoyo, aporte e inversión de los entes territoriales para
satisfacer sus necesidades, garantizando así el bienestar y mejoramiento de las
condiciones de vida a sus habitantes. No queremos seguir a la espera de que
llegue el hada madrina y con su varita mágica nos aparte del abandono y
solucione los problemas que por años hemos padecido por el malvado e indolente
régimen de gobernar.
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