Ad portas de terminar los mandatos
constitucionales de las autoridades locales 2016-2019 y dar comienzo a los
nuevos mandatos, las administraciones salientes y entrantes, se encuentran en
el proceso de convergencia en un marco de información y dialogo relevante
acerca del estado en el que se encuentran las entidades territoriales.
Más conocido como Empalme, proceso
reglamentado por la Ley 951 de 2005, además de estar regulado por un documento
conjunto emitido por el Departamento de la Función Pública, el Departamento de
Planeación Nacional y la Procuraduría General de la Nación denominado “Orientaciones para un Empalme Exitoso”
el cual busca que los gobiernos salientes hagan entrega de toda la información
relacionada con los asuntos y recursos públicos que han administrado a los
gobernantes electos, quienes deben recibirla, verificarla entenderla y
debatirla.
Este proceso debe servir para que la
administración saliente rinda cuenta a los diferentes actores, demuestre la
gestión realizada y cuente con información organizada ante cualquier
requerimiento de los órganos de control, así mismo para la entrante identifique
las apuestas al desarrollo, programas y/o proyectos que fueron exitosos y
convenientes, contar con mayores elementos e información actualizada y
específica para iniciar la formulación de su plan desarrollo, tomar como
referencia las lecciones aprendidas para la implementación de nuevas políticas,
programas y/o proyectos que le permitan realizar un excelente gobierno,
brindándole desarrollo y progreso a su comunidad y garantizando el bienestar y
mejoramiento de las condiciones de vida de su gente.
A pesar que la ley y el Gobierno
Nacional han establecido unos parámetros para ser seguido por las Comisiones de
Empalmes, estas en muchos casos la de los gobiernos entrantes, se desvían de su
función, pretenden convertirse en órganos de control y realizar auditorías a
las administraciones salientes, convirtiendo este proceso en tormentoso,
demorado y de rivalidad.
Con ello, olvidan el gran objetivo de
este proceso, que no es otro que lograr una transición armoniosa entre la
administración saliente y la entrante, con el fin de evitar rupturas que frenen
los procesos de la gestión pública y los objetivos de un buen gobierno, más no
procesos de control, vigilancia, revanchismo o persecución entre los
gobernantes.
Por eso es necesario que alcaldes
saliente y electos, direccionen las comisiones de empalmes a lo estipulado en
la ley y enfoquen a sus equipos de trabajo a seguir los procedimientos y
procesos establecidos en el ordenamiento jurídico, que permita un proceso
formal, organizado, transparente, integral, interactivo donde se solicite,
estudie, verifique y analice la Gestión para el Desarrollo Territorial, la
financiera, administrativa y jurídica del ente territorial.
Solo así podrán gobernantes encaminar su gobierno en bases fuertes que
le permitan adelantar una gestión en beneficio de sus comunidades y propendan
por la satisfacción de las necesidades de su gente, de lo contrario, estarán
evocados a mirar por el espejo retrovisor, culpando a sus antecesores de su
negligencia y mal gobierno, pues no cuentan con las herramientas necesarias
para iniciar su gestión ya que desaprovecharon el proceso de empalme en
solicitudes y procedimientos alejados a su propósito.
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