jueves, 12 de diciembre de 2019

¡LA VUELTA DE UN GRANDE!

Desde mi pubertad cuando jugaba en la vieja y reconocida cancha de mi pueblo (denominada El Mercadito), me fascinaba con las grandes atajadas de Julio César Falcioni, me deleitaba con las gambetas endiabladas de Willington Ortiz, me maravillaba con las acrobacias de Roberto Cabañas, los tiros libres de Juan Manuel Battaglia y la eficacia del Pipa de Ávila o el Tigre Gareca. Esto sumado al pentacampeonato obtenido (1982, 1983, 1984, 1985 y 1986) y las tres finales consecutivas de la Copa Libertadores (1985, 1986 y 1987) me convirtieron en hincha fiel del gran América de Cali.


Fueron muchos años de gloria, triunfos, títulos y alegrías brindado por la mechita, pero infortunadamente el club fue incluido en la lista Clinton, lo que desencadenó dificultades económicas que llevaron al equipo al borde de la desaparición, lo que conllevó al club a una crisis administrativa y deportiva, permitiendo al América descender a la primera B del fútbol colombiano.

Fueron 5 años de tristezas, sinsabores para su gran hinchada, que, a pesar del descenso y la burla de los hinchas de otros equipos, quienes hasta le cambiaron el nombre, apodándonos Abérica, se mantuvo fiel y demostró que el club es la pasión de un pueblo no claudicó y siguió fiel acompañando a su equipo llenando los estadios y convirtiendo en la oportunidad de los equipos de la B de recaudar grandes sumas de dineros y protagonismos al enfrentar al América.

Pero como no hay mal que dure 100 años y cuerpo que lo resista, la cita con la historia, el reencuentro con sus títulos, tradición y grandeza se cumplió en noviembre de 2016 cuando se retornó a donde nunca debió salir, a la primera división del fútbol profesional colombiano, donde con nómina reducida y una economía austera luchó para no padecer nuevamente el descenso.

Gracias a la gestión de don Tulio Gómez conseguimos conformar un equipo competitivo, sin jugadores de gran renombre, pero con vocación y amor por la camiseta. Con sed de triunfo y bajo la dirección técnica de un mundialista como Alexandre Guimarães logramos después de 11 años saborear las mieles del triunfo, recuperar su estatus y su condición de equipo grande e histórico, obteniendo el campeonato del fútbol colombiano y la estrella 14 del club.

Hoy con la alegría del título y después de callar a muchos detractores, quienes nos despreciaban por la crisis padecida por el equipo, con orgullo y satisfacción le gritamos al mundo del fútbol que la pasión de un pueblo está de regreso, que el quinto mejor equipo colombiano del siglo XXI, el segundo equipo colombiano de la Conmebol en torneos internacionales y uno de los clubes clásicos del mundo (según la Fifa) está de vuelta y reclama su protagonismo.

Pero la euforia del triunfo no puede enfermarnos y endiosarnos, se debe seguir trabajando diligentemente en la organización administrativa del club, en la recuperación económica y la consolidación de una base deportiva (cantera) y un plantel profesional que permitan que el fantasma del pasado (descenso) no regrese. Por el contrario, volvamos al olimpo del fútbol para así poder seguir cosechando triunfos y conseguir la tan anhelada y esquiva Copa Libertadores de América.

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